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Leyenda de Urre-Lauquén

El lago o laguna Urre Lauquén está formado por los desagües del Rio Salado (chadi-leufú), el significado del nombre del lago es: “lago de las brumas” formado por los vocablos de origen mapuche “Urre” (bruma) y “Lauquén” (lago). Geográficamente se ubica en cercanías de las Sierras de Lihué Calel.

Según una antiquísima leyenda, un día llegaron hasta estas tierras gente proveniente del Arauco (Mapuches chilenos). Ellos buscaban mejores medios de vida y por ese motivo se establecieron en las sierras que denominaron “Lihué Calel” que significa “lugar (o sierra) de vida”.

En este lugar las cosas se desarrollaban en un marco de paz y abundancia, lejos de las zozobras que provocaba la guerra contra los conquistadores hispanos allá en la patria lejana.

El lonco (cacique) de la tribu se llamaba “Wechenangn” (hijo de Dios) y tenía una hermosa hija llamada “Ñahuentú” (hija de Antú – el dios sol), cuyo cuidado era su única inquietud.

Ñahuentú comenzó a ser cortejada por “Pulmanqué” (cóndor del Este), el más gallardo y valiente guerrero de la tribu. Sin embargo ella no se resolvía a corresponder las pretensiones amorosas del joven.

Por esa época, llegan a la región, costeando las márgenes del Río Salado, unos hombres blancos, que solicitaron se les permitiera quedarse algún tiempo en ese paraje, para reponerse de la larga peregrinación y luego continuar su viaje al Este, en busca del gran mar, del cual tomarían posesión en nombre de su rey.

La tribu se reunió para tratar esta cuestión. Los “Machis” (curanderos y hechiceros) y los “Amautas” (sabios) predijeron grandes males y aconsejaron que los hombres blancos fueran exterminados, pero el lonco se opuso a esto y permitió que se quedaran sin ser molestados hasta que abandonaran la región continuando su viaje. Sin embargo ante el eventual peligro de hostilidades, se designó “Thoki” (Jefe de guerreros), al inteligente Pulmanqué.

El joven enorgullecido por esta distinción, vio razones suficientes para redoblar sus pretensiones amorosas con Ñahuentú, pero ella continuaba esquiva, motivo por el cual Pulmanqué recurrió a la autoridad de Wechenangn para el logro de sus propósitos.

-Si mi hija te rehúsa-dijo el lonco al pretendiente- será porque todavía no se ha encendido en su corazón el fuego del amor, pero hablare con ella para saber porque causas no corresponde a tu cariño.

Al ser requerida por su padre, la joven respondió: -Desde hace tiempo estoy pidiendo a Antú (Sol) que me ilumine si pienso mal, pero el nada me ha dicho, lo que interpreto como señal de aprobación a mis sentimientos.

-Hablas de sentimientos -dijo el padre- pero no me dices cuales son, exijo que respondas mis preguntas.

Entonces la joven,  confesó a su padre que desde el momento de la llegada de los españoles, había conocido a un joven soldado, que había estado encontrándose con él  y que se hallaba profundamente enamorada de este hombre blanco.

Como era de esperarse el lonco decidió cortar esta relación de amantes, prohibió a Ñahuentu que volviera a verlo y mando a que la mantuvieran encerrada y vigilada.

Al ser enterado Pulmanqué de esta situación, el odio hacia los blancos invadió su corazón, el joven jefe de guerreros reclamo venganza, el ataque era inminente.

Mientras tanto los españoles, reponían tranquilamente sus energías, a espera de la época propicia para continuar su viaje, lejos de sospechar la tragedia que se avecinaba por los sentimientos y encuentros furtivos del soldado y la joven aborigen.

Una madrugada, el campamento de los españoles fue atacado sorpresivamente, iniciándose entonces una terrible lucha cuerpo a cuerpo, donde a causa de los prodigios de valor de ambas partes, hubo enormes pérdidas de vida para los contendientes, hasta que llegada la noche, un pequeño número de sobrevivientes blancos se retiraron tomando el camino aguas arriba del Río Salado. La persecución no continuo hasta el exterminio, a causa de las grandes bajas sufridas por los atacantes y además porque entre los muertos que yacían en el campo se encontraba el hombre blanco causante de los desasosiegos de Ñahuentú, cuyo cuerpo en solemne ceremonia y en presencia de la joven que fue obligada a asistir al acto, fue arrojado a las aguas de la laguna Urre Lauquén.

Tiempo después, la joven Ñahuentú, agotada, angustiada y desesperada, se suicidó arrojándose a uno de los precipicios de la sierra en un descuido de sus guardianes que hacían de carceleros.

Como Protegida de Antú, su alma fue a refugiarse a su reinado y éste, disgustado por el trato dado a su protegida en la tierra, en castigo, dirigió sus rayos de fuego a la región, convirtiéndola en esteparia e hizo volver impotable las aguas del lago para hacer imposible la vida de la tribu, que pereció al intentar emigrar a otras tierras.

Desde entonces, cuando Antú se ausenta a otras tierras a llevar vida y calor, es cuando el alma de Ñahuentú aprovecha para bajar hasta el lago envuelta en una nube, para pasar la noche en idilio con su amado que reposa allí eternamente, ausentándose de la misma forma antes de que Antú note su ausencia, cuando con los destellos del nuevo día viene anunciando su regreso.

Esta es la causa por la cual desde el anochecer hasta el amanecer, el lago se encuentra cubierto por tenues nubes, motivo por el cual se lo llama el “Lago de las brumas”.

 

 

Nota: Se supone que detrás de toda leyenda, existe algo de verdad. Es bien sabido que a mediados del siglo XVI, los Mapuches (Araucanos) apremiados por las constantes perdidas de terreno a causa de la progresiva conquista española, comenzaron a cruzar la cordillera, en migración masiva hacia tierras argentinas. Por esa misma época según se sabe, el conquistador Valdivia, comisiono a uno de sus hombres de confianza, el capitán Villagra, para que con cien hombres cruzara la cordillera y costeara el Río Diamante (Provincia de Mendoza), en procura de llegar al Océano Atlántico, siguiendo los cursos sucesivos de esa arteria fluvial (Rio Salado Chadi-Leofú).

Por dicha ruta los expedicionarios llegaron al lago Urre-Lauquén y según cuenta el historiador Estanislao Zeballos allí establecieron campamento. Es factible que en este sitio hayan tenido un encuentro belicoso con los pueblos originarios de la región, pues varios años después, el capitán Villagra logro regresar a Chile, sin uno solo de sus intrépidos camaradas.

Esta leyenda da claramente la versión de la llegada de los españoles a tierras de La Pampa.

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