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Leyenda del Atuel

El Atuel es un río afluente del Salado (Chadi-Leofú), según el investigador Eliseo Tello interpreta, el nombre Atuel-Leofú, deriva de los vocablos mapuches: “Athéu” que quiere decir “Frío” y “Leufú” que significa “corriente”, “rio” y justifica esto en que en ciertas épocas del año, las aguas del Atuel son intensamente frías, ya que al crecer arrastra bloques de nieve congelada, proveniente de los deshielos de la Cordillera de los Andes que forman su caudal.

Sin embargo hay autores que dan una definición muy dispar a la traducción del nombre Atuel-Leufú.

El Coronel Manuel Olascoaga lo traduce como “Donde hay quejidos”.

En cambio Ignacio Guaycochea dice que el nombre deriva posiblemente de los vocablos mapuches “Am” que significa “alma” y “tué” que significa “tierra”, que sumado a “Leufú” (corriente) se traduce como: “Río Alma de la tierra”, teniendo en cuenta que el líquido elemento de esta arteria fluvial, fue y continua siendo el mana de la vida para las poblaciones ribereñas.

Pero volvamos a los “quejidos” y las “almas”, pues según una leyenda de los pueblos originarios, en las costas de ese río era donde iban a resucitar todos los aborígenes que morían en el país ranquel y que ellos lo tenían por cierto de acuerdo a sus creencias.

Esta leyenda  se ha convertido en superstición entre los criollos de la región, los que tienen al lugar ribereño como el sitio elegido por dios, para confinar las almas malas que no tienen entrada en el paraíso, las cuales dejan oír en los momentos de silencio, tanto sea de día como de noche, sus lamentos de quejumbre como advertencia para los que no cumplen con Él, sus deberes en la vida terrenal.

Lo cierto de todo esto es que con frecuencia se sienten extraños silbidos que en realidad parecen lamentaciones humanas, fenómeno que se debe a que el soplo de la brisa o el viento se introduce violentamente en las estrías de las cortezas de los numerosos sauces existentes en el paraje, produciendo ese murmullo similar a un lamento; circunstancia que da pie a la leyenda en gente tan predispuesta a creer en lo sobrenatural.

Nota: Lo más lamentable es que en la actualidad ya las aguas del Atuel casi no llegan a la Provincia de La Pampa. Desde la Instalación de Los Nihuiles en la provincia de Mendoza, las aguas fueron cortadas en su curso a nuestra provincia y esto provoco una  desertificación aun mayor y el consecuente despoblamiento del Oeste de la Provincia de La Pampa. De los cinco brazos del Atuel, actualmente sólo queda activo el arroyo de la Barda y prácticamente ha desaparecido un humedal de casi un millón de hectáreas. También provoco la total desaparición del Río Cura-có.

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